Relatos breves, poemas y paridas varias

Saturday, March 04, 2006

Paradojas del arte

Fui a la radio a preparar el programa del martes. Llame a mi colaborador de arte y le pregunté sobre qué pensaba hablar esa noche. Sobre San Jerónimo. Un sitio nada adecuado para montar exposiciones de cuadros. Los dos estuvimos rapidamente de acuerdo.
Cuando llegó su turno le pregunté por San Jerónimo y dijo exactamente:
-Cualquier día roban un cuadro.
Al día siguiente, y según mi costumbre ya me había olvidado del programa de radio cuando mi madre llegó con un cuadro horrible en la mano que decia que lo había encontrado en un contenedor de basura. Era un cuadro horrible, sobre de flores azules, en donde la pintora había pretendido mostrar que pintaba bien haciéndolo todo con mucho detallito, sin demasiado éxito.
Ya se que vais a pensar que esto es bastante absurdo: una persona como yo que tiene la casa llena de cuadros pintados por mi mismo, y de repente su madre trae a casa un cuadro que se ha encontrado en un contenedor de basura en la calle.Yo lo primero que le pregunté cuando la vi entrar cuadro en mano fue:
-No habrás comprado ese cuadro.
Ella me dijo simplemente: -Es un regalo. ¿de quien pregunté yo?. No me gustó nada la idea de que vaya a comprar cuadros fuera de casa mientras pone a parir con bastante crueldad los mios propios. Ella tiene justo esas edad que no es la infancia en que disfruta simplemente con llevarme la contraria, y por este motivo no le gusta nada de lo que yo pinto y sí cualquier cosa que se encuentra en la calle sobre un lienzo. Pero esto ya era demasiado. ¡Un cuadro encontrado en un contenedor de basura!, junto a los míos propios que tanto sudor me había costado forjar un estilo un lenguaje, sin ir a facultades algunas, aguantando consejos a esos pedantones pintores que te dicen ese cuadro es un a mierda tienes que hacer estegesto con la mano. Y dibujan algo en el aire que ni ellos mismos saben qué es, para decirte lo malo que eres. Y uno, con mas verguenza que arte, pues se traga la bronca y se propone sinceramente aprender, sin darse cuenta de que el otro lo que te está diciendo en realidad es que tu no puedes ser pintor, porque no te has gastado los dineros en cinco años de facultad, ni has frecuentado los circulos esnobs o jipis o las juergas de los estudiantes de arte. Que tu no eres él ni nunca lo serás ni por asomo, porque no pisaste una facultad. Y uno piensa ¿y Velazquez?, ¿y Murillo?, y ¿Van Ghog?. Esos no pisaron una facultad.
Qué ofensa para mi arte, aquel cuadro hallado en un contenedor de basura que mi anciana madre insensible y desconocedora de todos aquellos sufrimientos mios se empeñaba en colocar a la altura de los demás.
-Pues a mi me gusta y lo pienso colgar. Ea.
-Pues tendrá que ser en tu cuarto.
Era un cuadro pequeñito, de esos que tienen el tamaño adecuado para colgarlo justo encima de la chimenea o sobre el televisor junto a cualquier otro objeto de decoración sin que llame demasiado la atención. Para eso estaba pensado el cuadro exactamente, para pasar desapercibido, mas bien destinado a que nadie lo mirase, mezclado en un galimatias de marcos falsamente dorados, de plasticos que imitan porcelanas, de laminitas coloreadas y recortadas por señoras ocupadas en talleres absurdos, el cuadro era la quintaesencia del mal gusto. Una auténtica sinfonía de lo kitch que me ofendía directamente. Es decir todo en ese cuadro era absurdo desde su génesis hasta su final.

Resulta que el lienzo era de una monitora de esos talleres de los que preferiria no hablar, pero de los que voy a hablar para despacharme a gusto. Dicha monitora, por llamarla de alguna manera, no tenía más conocimientos de pintura que los nombres de las marcas, los precios y la urgencia de una hipoteca y un marido poco trabajador. Qué culpa tiene el arte de todo eso.
Ella a su vez había sido adiestrada en el nomble arte de colorear laminitas, es decir se les enseña que pintar es calcar un dibujo, dividirlo en partes y colorearlas por separado con pinceles finísimos, y donde lo mas importante es el buen pulso, -como si pintar fuera ser cirjunao- como piezas de un puzle que encajan vidas que buscan un sentido. Es decir, un completo sinsentido -sin ninguna relacion con el colorido, el alma, la expresion, la personalidad etc, sobre el que no me extenderé más por no aburrir.
Aquella monitora fue adiestrada por un pintor que logró vender a precios desorbitados con la técnica de colocar el proyector de diapositivas sobre un lienzo calcar el dibujo y trabajar a partir de fotografrías sin nada de arte, es decir pura imitación. Además realizaba imagenes religiosas y postales populares de todo tipo, con lo que vendía bastante.
Los que sabían algo más de arte, por estudio, amor, cariño o toda una vida dedicada a la observación crítica, de repente se veían acosados por la impertinencia de los que acababan de hacer algún dinero pero en su vida
habían reparado en algo que no fuera el colorido brillante, llamativo y dorado
del marco del cuadro. Y de repente, y por alguna causa extraña que yo no alcanzaba a comprender, a casi todos les daba por comprar un cuadro de este pintor de diapositivas donde todo era puro detalle del detalle.
Y se extasiaban diciendote lo mucho que habían gastado en aquel cuadro. Pero tú de repente, ante tamañana profanación del arte decías: -este señor copia las figuras con diapositivas, no sabe dibujar, ni tomar apuntes del natural, imita los colores y desconoce lo que es la composición, y por supuesto desconoce cualquier diferencia entre Picasso y Bart Simpson. Es más si le hablaras de Picasso, quizá te diría que es una marca de colonia o unos dibujos animados japoneses.
-Y eso qué tiene de malo. Te respondían. Y entonces tu, no queriendo dártelas de nada, pues dijeras lo que dijeras quedarías como un pedante, preferías pasar a otro tema. ¡Ay Dios mío, cuánto sufrimiento, por culpa del arte!.
Y entonces el enriquecido propietario del cuadro recién adquirido, se veía obligado a defender su cuadro como una inversión, tendiendo en cuenta que artísticamente no tenía defensa posible y decía: -Ya, pero dentro de unos años, este cuadro valdrá millones. Pero claro, tu insistías, en la necesidad de advertir a un amigo apreciado, como apreciado por ti es el hecho de que lejos de adquirir su reciente prosperidad gratuitamente se levantaba cada mañana a las cinco a preparar pan desde hacía décadas. Ante aquel desatino quién no se ve obligado a advertirle de la realidad.
-Bueno, yo creo que mas bien has perdido dinero, porque este señor no es conocido más que en un círculo reducido del pueblo. Nunca ha salido fuera ni saldrá al gran mercado del arte, con lo cual es poco probable que alguien invierta en él, y por lo tanto no se revalorizará sino todo lo contrario, se devaluará.
Y para dejar claro que no hay inquina ni envidia de ningún tipo en tus palabras, ante tu interlocutor que ya te mira con desconfianza, te ves obligado a realizarle el regalo de un cuadro de los tuyos que representa una vista clásica del pueblo aun cuando sabes el no lo aprecia. Hasta el punto de que lo cuelga en el rincón más recóndito de la casa, pero ahí esta al fin y al cabo, el arte verdadero. !Cuantos sufrimientos por causa del arte¡.
Pues bien aquel cuadro que ahora llegaba a mi casa era nada mas y nada menos que de una imitadora de una imitadora de aquel nuestro mayor enemigo pictórico desde la adolescencia, hoy reconvertido en politico del PPO. Es decir: no cabía mayor burla del destino, que aquel cuadro llegase a mis manos de aquella forma. Sin embargo el destino me tenia muchas otras burlas preparadas.
Al martes siguiente cuando volvi de nuevo a la radio para preparar el programa llamé de nuevo a mi colaborador de arte, que siempre me gustó por ser un pintor de los que aprenden el oficio desde abajo. Es decir, toda la vida pintando como afición, idolatrando nombres y postales que jamás conocería en persona, completamente ignorados y olvidados por todos.
No salía de mi sorpresa cuado le pregunté: de qué hablaremos esta semana y él me respondió que era evidente, pues pocas horas después de que él mismo hubiese dicho en la radio la semana anterior que cualquier día iban a robar un cuadro de San Jerónimo, alguien efectivamente había robado dos cuadros de una exposición aprovechando el escaso tamaño de los mismos, de forma que podrían esconderse en cualquier prenda de abrigo o bolsa de plástico.
-Pues tu no sabes lo más gracioso, le dije. Lo más gracioso es que el otro dia se presentó en casa mi madre con cuadro bajo el brazo, que decia que se lo había encontrado en un contenedor.
-Pues ahora la gente va a pensar que lo ha robado tu madre.
-O va a pensar que tu incitaste el robo, ¿no?. A ver si no haces mas apología del delito por la radio. Bromeamos.
Luego bajé a la redacción de la televisión, en cuyo informativo había salido la noticia del robo del cuadro y la propietaria del mismo con lágriams en los ojos muy apenada por el hurto. Para colmo aquella mujer tenía a su marido en el hospital gravemente enfermo asi que la noticia causó honda consternación en todo el pueblo. ¿Que iban a pensar de mi ahora?.
Trasladé esta preocupación a los trabajadores de la televisión, aunque en vista de los resultados si lo sé no lo hago.
-Y no te da vergüenza usar a tu madre para robar un cuadro. Opinó uno.
-Tu en realidad has robado el cuadro para poner en evidencia la falta de seguridad de la sala. Dijo otro, conocedor de mi postura opositora al gobierno local.
Después de hablar con la redactora de los informativos que me ofreció detalles sobre el cuadro robado, resultó que efectivamente era el que estaba ahora en mi casa, y que mi madre había traído de la calle. Así que la llamé, le dije que devolviera el cuadro a su dueña, le di la dirección donde debía llevarlo, mientras pensaba porqué me ocurren a mi historias tan absurdas. A los pocos días mi sobrina de seis años dio con la clave: abuela a quien se le ocurre coger un cuadro de la basura, teniendo el piso lleno de cuadros. A los pocos días colocaron en la sala más agentes de seguridad.

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