Relatos breves, poemas y paridas varias

Sunday, July 16, 2006

Olas que rezan

Olas que hablan, olas que rezan, olas lejanas
y entonces te recuerdo, como un punto
en el horizonte, al borde de ti misma
bañándote en tu propio ser,
jugando con los ribetes de tus espumas
y los ecos remotos de los delfines.

Eres inmensa y profunda,
te pueblan seres transparentes,
como tus pensamientos inteligentes,
como una pregunta
Eres esquiva e incomprensible, a veces,
pero habita en ti la fuerza primitiva
del planeta, la que forja hombres
y pare futuros hermosos.

Eres camino y destino, flecha y horizonte
singladura con viento favorable,
leva tus anclas, partimos al futuro.
Tenemos a favor el destino, los elementos
tu lo llamas Dios y yo Gaia, pero se funden
en las tempestades.

Los días de tormenta, lucharemos,
excavaremos un agujero en el cielo
pelearemos hasta caer muertos
Los días sin viento concitaremos a los dioses
del mar
para que nos lleven allí donde queremos ir.
Los de sol, pescaremos cangrejos, y beberemos ron
mientras inventamos historias que nos harán reír.

Lo siento

Siento mucho no haberte amado como tú merecías,
pero el amor es como un gato huraño
que persigue a quien no lo necesita,
Siento no haber jurado por ti como tu pretendías,
pero los juramentos son juegos de adultos
que nunca despertaron mi curiosidad.
Siento haberte hecho daño muy a mi pesar
y siento no haber sentido por ti más que confianza,
respeto, cariño y amistad,
algo con lo que otros construyen rascacielos.
Pero siempre me dieron miedo las alturas,
a estas alturas sólo busco una casa de campo,
sencilla y humilde,
donde pasar los días plácidamente con el ángel
al que amo.

Al borde del azul

Asomado a la orilla de mis recuerdos estivales,
celestes, dichosos,
los que guardan cada secreto de mi pasado
contemplo el sol que nos da fuerza,
ordena el mundo y hace que mi corazón lata emocionado.
Ahora que, afortunadamente,
sé que no seré lo que quise ser,
sino lo que el destino conspiró, doy gracias
y me zambullo en el líquido del pasado
Mujeres, madres, bronceadas, pioneras y libres,
fui hijo de todas.
Hijos de funcionarios, la última generación bien educada,
con la nariz manchada de nocilla.
Fui hermano de todos.
Hijo del verano y hermano del sol,
me volvía líquido bajo el agua.
Aún espero a la puerta de casa, toalla en mano,
el primer coche que pase para llevarse al borde del azul
para darme un chapuzón de belleza en el ecuador del verano,
la estación del corazón en que todo fluye y la vida se desata
antes de que el otoño nos adormezca
de nuevo entre las mantas del invierno.